lunes, 23 de junio de 2008

boomerang.

Los pensamientos se sucedian unos a otros como corriendose entre ellos, como el perro que se corre a su propia cola. Era una cascada interminable, nunca se agotaba y era siempre distinta.
Aunque intentara escaparme de eso, no podia. Esos pensamientos me seguian y venian conmigo, se quedaban en el aula, en el colectivo, en mi habitacion y en la calle.
A veces me pregunto que pasaria si pusiera mi mente en blanco. Moriria, supongo. El dia que deje de elaborar teorias sobre cosas absurdas; imaginarme que hubiera pasado si hubiera tomado decisiones distintas a las que tome; o simplemente las incoherencias que son no mas que un reflejo de lo que dice mi inconciente en realidad voy a morir. Como el delfin que no puede dormir del todo porque hay algo en su cuerpo que no puede estar inactivo, eso sucede en mi cabeza.
Sueño que salgo corriendo por un sendero llano, sin nada que me interrumpa el paso. Y es largo, larguisimo, puedo seguir horas corriendo a la misma velocidad y con el mismo impulso por mucho tiempo. Es imparable, las rodillas no me duelen y mis pies se levantan del suelo con gran entusiasmo.
De todas formas, estoy pensando en otra cosa.
Y siempre, volves.
Como un boomerang, en algun momento del sendero vas a estar y me vas a decir algo que va a lograr que mis rodillas duelan, y que mis pies se cansen.
Vos y tu rutina.
Vos y tu sencillez, tu ignorancia, tu parsimonia.

martes, 17 de junio de 2008

el bar.

En la voragine de las luces de neon, rojas verdes y amarillas, me detuve en esa esquina donde la gente me pasaba por al lado como si no estuviera. Me quede mirando un pedazo de la luna, pensando lo insignificante que en realidad era. Solo un circulo, un circulo blanco lejos de mi. Entonces me fui a aquel bar donde soliamos encontrarnos algunos dias, en el medio de la semana, despues del colegio. Eran encuentros apasionados, no podia evitar mirar su boca beber el cafe, la forma de sus labios que tanto me atraian, el reflejo de mis ojos en los suyos, y el reflejo de sus ojos en los mios. Nos encontrabamos en nuestras pupilas dilatadas, inconcientes, aunque muy por dentro nuestro sabiendo que lo que venia despues iba a ser mejor.
-Rubia, que vas a pedir?
No me acordaba de eso. El siempre se reia cada vez que el mozo se acercaba a nuestra mesa, con la bandeja abajo del brazo y tambaleandose entre las mesas con los ojos colorados. A mi no me causaba mucha risa, pero el tambien sabia eso, me decia que yo mantenia una imagen distante para parecer mas adulta, o como que las cosas realmente no me afectaban.
Apariencias. A mi me perturbaba desde la manera que tenia el para dirigirse hacia mi, hasta como ponia su mano en mi cintura cuando me dejaba pasar adelante de el si caminabamos.
Ahora me encontraba en aquel bar, sola, que me veia pasar casi todos los miercoles con un halo de sobriedad y cautela, como sabiendo que alla dentro me esperaba esa batalla campal de discusiones y desacuerdos que me llenaban de algo que me atraia, algo que me hacia pensar que eso iba a durar poco, y por eso me atraia mas.
Disfrutaba de sus nervios exasperados como si atras de todas esas palabras cargadas de reproches se escondieran poemas, palabras de amor y proteccion.
El mozo me seguia esperando. Le pedi una lagrima, y segui mirando la luna.
La luna hoy estaba realmente bella.